Sacha Baron Cohen lo ha vuelto hacer. Si con ‘Borat’ no paró de hacernos reir al presentarnos al segundo periodista más famoso de Kazajistán y con ‘Bruno’ seguía soltándonos alguna que otra carcajada con el reportero gay austriaco loco por la moda, con su nueva e irreverente comedia, Sacha cierra su trilogía personal (¡de momento!) con su especial humor que a pesar de los años sigue funcionando a las mil maravillas. Eso sí, si no entras en el juego del tipo de películas que hace el cómico británico, mejor ni te acerques a verla.
‘El Dictador’ funciona, entretiene y cumple su objetivo: descojonarnos de risa. Y lo hace siendo más bestia que nunca, metiéndose con todo y con todos y sin dejar títere con cabeza. Habrá gente que se escandalice con algunas bromas, pero la mayoría de personas que irán a verla saben que da igual que se burle de Kim Jong-II o del 11-S; y que da igual que los chistes sean racistas, homófobos y escatológicos. La cinta funciona, pasas un buen rato y además sales de la sala contento. ¡Leches, que es una película!
Además no todo es más de lo mismo. Para empezar la película no está rodada con cámaras ocultas como sus anteriores trabajos, sino que aquí tenemos una simple pero efectiva trama que se va desarrollando, y que alrededor de ella el humor corrosivo de Sacha Baron Cohen hará acto de presencia. Alrededor de la historia también habrán flashbacks o insertos (a lo ‘Padre de familia’) que nos harán reir aún más. Todo un acierto, ya lo veréis. Esto podría llegar a cansar, pero es que la película tiene tal ritmo y tal duración (apenas 80 minutos) que ni cansa ni te aburres.
¿Y qué más se puede decir? De alguna forma Sacha Baron Cohen se ha consagrado como el líder auténtico de la comedia cafre y corrosiva actual, dejando de lado a otros cómicos, y ha creado (por enésima vez) un buen y polémico personaje que no deja indiferente a nadie. La cinta tiene un montón de detalles que son para mencionar al salir de la sala de cine: sus versiones árabes de canciones míticas, la cantidad chistes que no salen en el tráiler (y que se agredece), los divertidísimos cameos de actores famosos o el hecho de como es posible que se repitan los gags o los chistes y te sigan haciendo gracia.
Y dentro de esas carcajas, Sacha a conseguir meter en la mayoría de gags y chistes una crítica social, donde no sólo ridiculiza al mundo árabe con los dictadores, sino también a los Estados Unidos; y buen ejemplo de ello es el discurso final de la película. Es corrosivo, directo, duro y saber dar donde más duele. Y Sacha Baron Cohen sabe muy bien como hacer todo eso. ¡Y que siga!
Lo mejor: Que no paras de reír todo el rato.
Lo peor: Habrá mucha gente que no entrará en «el juego» de la película.
Puntuación: Buena (4/5)