Nuevo día en el horizonte. El quinto para mi, el sexto de festival. Y como olvidarlo. Fue el de la sesión de Dragged Across Concrete completamente mojado. ¿Sabéis la tormenta que azotó durante una mañana y noche el festival? Pues nada más aparcar el coche para ir a cenar me pilló. DE LLENO. Ni paraguas ni leches. Cenando, el mítico menú zombie, completamente empapado. Menos mal que la película de Zahler compensaba el chapuzón.
‘DRAGGED ACROSS CONCRETE’, los dramas de cemento de Vaughn-Gibson.
¿De qué va? Dos policías se encuentran suspendidos cuando un vídeo de sus duras y cuestionables tácticas se convierte en la noticia del día en los medios de comunicación. Cada uno tiene sus problemas personales, así que no dudarán en cruzar esa delgada línea de moral y ética para sacar beneficio. Una decisión que reservará a ambos sorpresas desafortunadas: el atraco a un banco.
¿Quién la hace y quién sale? Tras las contudentes Bone Tomahawk (2015) y Brawl in Cell Block 99 (2017), S. Craig Zahler regresa dirigiendo otra vez a Vince Vaugh junto a Mel Gibson y Tory Kittles. Y con ellos los siempre interesantes Udo Kier, Jennifer Carpenter y Laurie Holden.
Mini crítica: Una vez más Zahler no tiene prisa. Pero por un buen motivo: nos quiere sumergir en los dramas personales de los tres protagonistas a través de una cojonuda trama policíaca. Para ello se centra más en unos diálogos brillantes con los toques justos de humor, que en la acción.
¿Qué pasa? Que quizás nos cuenta demasiado. Estarías todo el rato viendo esas escenas de vigilancia en un coche o el tiempo muerto en una habitación, pero el guión de Zahler peca de querer profundizar hasta con los secundarios. Y hasta que el obligado cruce de caminos de todos tiene lugar, la historia tiene unas ramificaciones que se deberían haber tijereteado.
Aún así, da gusto respirar en un ambiente lleno de policías hastiados del sistema y delincuentes desesperados que básicamente se oxigena con la química entre Vaughn y Gibson formando un tándem policial más que creíble. Tanto es así, que no se echa en falta en el tramo final la esperada locura hiperviolenta. Eso sí, cuando aparece es tan explicita como en sus anteriores trabajos.
Baldómetro: Buenísima 4,5/5