No es muy difícil entender porque ‘Los juegos del hambre’ se ha convertido en un fenómeno de masas y porque está arrasando allá donde va. Los libros son un buen cocktail explosivo de un trepidante ritmo narrativo, de personajes complejos y de una reflexión en clave de distopía sobre el poder totalitario y el afán de supervivencia. Pero lo más importante es su historia, que por encima de todo engancha, merece ser contada y que te hace pensar en su mensaje y trasfondo.
Lo que no se entiende es porque teniendo todos los elementos para hacer una buena y notable película, van, y nos dejan un producto descinchado, desaprovechado y descafeinado como este. No sé si será porque el formato no es el correcto y el libro se exprime mejor en una serie rollo ‘Juego de tronos’ que en una película, o porque el director no ha sabido hacer bien su trabajo, pero el caso es que nos encontramos con una película, que sin llegar a ser mala, está muy por debajo de sus posibilidades.
Y eso que no empieza mal, nada mal. Si quitamos los primeros minutos de horrible y parkinsoniana cámara en mano debido a una nefasta dirección, la cinta nos deja una primera hora magistral que nos introduce perfectamente en este nuevo mundo. Con una buena factura, estética y ritmo conoceremos a los personajes principales, los inicios de los juegos, su funcionamiento, la elección de los tributos, el rol del Capitolo… Todos los cimientos que necesitamos saber para no perdernos y meternos en la película llegando hasta sentir en nuestras carnes la angustia y el pavor que los juegos crean en la gente, y sobretodo en quienes son elegidos como tributos.
Sin duda lo mejor de la película, junto a la elección del reparto. Cada actor se ve creíble con su personaje y le aportan su personalidad: Woody Harrelson, de mentor borracho, Lenny Kravitz de estilista colega, Josh Hutcherson como el inocente y carismático Peeta y hasta Stanley Tucci como presentador y comentarista de los juegos. Pero sin duda, la fuerza de la película se la lleva Jennifer Lawrence que interpreta de forma portentosa y convincente a la ruda protagonista.
Hasta ahí bien, de coña, todo perfecto. De hecho si me apuras hasta los efectos especiales, que no están del todo cuidados, encajan bien en la esa sociedad ultrafashioon con pelucas y maquillaje chillones. ¿Entonces, cuando se tuerce el asunto? Pues justamente cuando no tendría que hacerlo: cuando empiezan los juegos del hambre. Estás media película empatizando con los personajes, entendiendo su dolor, sus miedos y poniéndote en su piel, y sobretodo, con ganas de que empiecen los juegos, y cuando lo hacen, te quedas con cara de tonto y pensando que te están timando.
El director Gary Ross la caga. Así de claro. No puede ser que cuando empiecen los juegos y cuando se supone que llega lo mejor, no nos enteremos de lo que suceda, ya sea por un mal montaje o por una mala dirección, como pasa, usando planos con movimientos muy rápidos y demasiado cerrados en la mayoría de escenas de acción. Además éstas, que son pocas y breves, pasarán sin pena ni gloria, creando unos bajones importantes en el ritmo y donde la tensión y la fuerza de los textos de Suzanne Collins desaparecen casi por completo.
Esa ausencia de chicha y garra hace que la película adquiera un tono muy light, muy suavizado, donde las muertes, lo duro y todo lo controvertido de los momentos cumbres parece que hayan sido hechos para niños de primaria (viéndolo entiendes porque la película está recomendada para mayores de 12 años…). Y ese tono suavizado se magnifica más cuando poco a poco va cogiendo fuerza el romance adolescente, que en la película no queda claro del todo en comparación con el libro. Sí, por enésima vez el libro le da mil patadas a su adaptación cinematográfica.
Ya no es la horrible dirección o el tono light, es que en la película se han tomando ciertas licencias para cambiar compartimientos de personajes, alguna que otra relación entre ellos y han omitido cosas que sabiéndolas no quedarían tan forzadas en pantalla. Lo único bueno que tiene la película respecto al libro es que utiliza en bastantes ocasiones lo de la cámara subjetiva, haciendo un buen guiño al libro, que está escrito en primera persona.
En fin, que ‘Los juegos del hambre’ no acaba siendo la adaptación perfecta que los fans estaban esperando, ni acaba siendo una gran película que sobresalga por encima de las demás sagas juveniles. Engancha desde el primer minuto y acaba entreteniendo, sí, pero peca de ser demasiada light y suave con lo que se espera de ella. Además acabas viendo que va más dirigida a un público adolescente poco exigente (como suele pasar en las adaptaciones al cine) que a un público no sólo capaz de valorar su crítica social sino una buena película.
Sea como sea, no dudo que ‘Los juegos del hambre’ acabará arrasando también en los cines de nuestro país, pero la realidad es que estos juegos del hambre no acaban de saciar del todo. Y deberían.
Lo mejor: La primera mitad del filme y los actores.
Lo peor: La horrible dirección en muchísimos momentos y el tono light y suavizado.
Puntuación: Aprobado justo (2,5/5)