Cada verano las salas de cine se llenan de blockbusters dispuestos a arrasar en pantalla y de entretener a un público que, sobretodo, busca un rato de desconexión y de esquivar el intenso calor del exterior. Por ello, muchas películas están protagonizadas por criaturas que se desenvuelven mejor en el medio acuático. Habitualmente encontramos a tiburones acechando a humanos cerca de la orilla, pero también los cocodrilos tienen ganas de hincar el diente a alguna víctima indefensa.
De la mano de Alexandre Aja (The Hills Have Eyes o Horns) y del productor Sam Raimi (Evil Dead o Darkman) llega a las carteleras Crawl (Infierno bajo el agua). Una película de terror con bastantes dosis de suspense protagonizada por Kaya Scodelario (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales o The Maze Runner) y Barry Pepper (The Lone Ranger o True Grit).
En la cinta se puede ver qué pasa cuando un enorme huracán llega a un pueblo de Florida y una chica, Haley (Kaya Scodelario), ignora la orden de evacuación, ya que va en busca de su padre desaparecido (Barry Pepper). Tras encontrarlo gravemente herido en el subsuelo de su casa, ambos quedan atrapados por la inundación que rápidamente cubre el terreno. El tiempo juega en su contra, pero lo peor está por llegar: ya que pronto aparecen cocodrilos dispuestos a ser el peor de sus problemas.
A priori, es una película que llama la atención por los nombres que tiene detrás y por una producción que promete grandes dosis de suspense y terror, pero acaba ofreciendo un metraje pobre en tensión que acaba desdibujando la intriga y creando una atmósfera más bien aburrida. Parte de la historia se centra en un drama familiar secundario para captar la atención del espectador y simpatizar con los protagonistas, pero los problemas paterno-filiales en un film de esta índole son totalmente prescindibles. El público busca contenido más extremo, con dosis de acción y tensión palpable.
Pese a que estamos acostumbrados a encontrarnos con títulos de serie B encabezados por animales asesinos, en esta ocasión tenemos una propuesta más sobria y elegante, que se aleja de los cánones alocados que nos podemos encontrar, por ejemplo, en la saga Sharknado. Pese a que hacia el final se vuelve más fantasiosa, se echa en falta algo más de mala leche y riesgo, sobretodo viniendo de un cineasta consagrado. Quizás si se tratara de una opera prima se perdonarían ciertos detalles, pero con Aja esperaba un clímax más potente.
Ahora bien, el CGI está bien desarrollado y los detalles de producción denotan mimo y cuidados (en esto Raimi es un experto), aportando una imagen nítida y un sonido de calidad en toda su continuidad, ofreciendo planos cortos y cambios de escena bien hilados.
Lo mejor: Su duración es correcta y denota elegancia en el rodaje.
Lo peor: El cineasta no arriesga y crea un film plano, sin pretensiones.
Nota: 2,5/5