Tal y como se puede leer en sus primeros minutos, tras el ORIGEN y el AMANECER nos toca enfrentarnos a la GUERRA. Parece obvio, pero ese prólogo del principio asienta las bases de la historia (para quien venga perdido y le haya echo gracia ver en el póster a un mono junto a una niña) del tono y la narración de los siguientes 140 minutos.
El director Matt Reeves sabe a qué juega y cómo quiere jugar así que nos presenta toda la pelicula con un planteamiento adulto usando un marcado tono bélico. No es de extrañar pues, que las referencias a clásicas cintas bélicas, como por ejemplo la innegable ‘Apocalypse Now’ (1979), estén presentes tanto en personajes como en desarrollo de algunas escenas.
La acción está bien dirigida y es contundente pero las set-pieces no abundan y se intercalan con el corazón de un guión cuidado: el drama personal de César, su guerra interna desde que aprendió a hablar a base de hostias. La protección de su familia, la venganza que le corroe por dentro, los fantasmas del pasado, la supervivencia de su especie…
Temas complejos que están tratados casi sin dialogo y con cierto tono intimista. Con ‘WALL-E’ (2008) vimos que era posible narrar una historia con lo mínimo, y aquí vuelve a pasar: el motor son las miradas, los gestos, y los tan importantes a veces silencios de simios y humanos. Todo ello acompañado de una perfecta banda sonora compuesta por Michael Giacchino la convierte en uno de los blockbusters más dramáticos e intensos visto en años.
Pero bueno, todo lo comentado anteriormente no tendría sentido sin el enorme y brutalísimo trabajo de Andy Serkis y el equipo detrás de la compañía de efectos especiales WETA. Si en las anteriores películas ya flipábamos, en este tercera entrega se han superado. En el filme dicen que César tiene unos «ojos casi humanos». Se equivocan: SON HUMANOS. Lo que te consiguen transmitir en los primeros planos es algo increíble. Además hay mejoras en la iluminación y tomas en grupo.
Pero no sólo César, todos los simios importantes en la trama están creados con un nivel de detalle que abruma. En ese aspecto hay que destacar a Simio Malo, un personaje que está tan bien trabajado en todas sus capas que cuando crees que solo sera un Jar Jar Binks de la vida, se convierte no solo en un secundario necesario sino también querido. De él salen las pocas (pero bien recibidas) notas de humor involuntario.
En fin, que entre nosotros no sólo tenemos una señora película, sino un broche de oro a una trilogía que a diferencia de las originales de los años 70 no han parado de crecer hasta convertirse en una de las mejores trilogías de las últimas décadas. Y eso viniendo de la liga de las precuelas es algo muy difícil. Menos mal que a Reeves sí que «le enseñaron un par de trucos fáciles».
Lo mejor: Despedir a lo grande una trilogía que desde la primera película apuntaba maneras.
Lo peor: Su narración calmada y pausada sacará de quicio a los que busquen un blockbuster veraniego al uso.
Baldómetro: Muy Buena 5/5