Cuando Billy Batson debate con su hermano Freddy qué superpoder elegiría entre volar o invisibilidad, aún no sabe que en poco tiempo el mago Shazam le hará portador de las habilidades de Salomón, Hércules, Atlas, Zeus, Aquiles y Mercurio. Cada vez que dice ‘Shazam’, Billy, un pre-adolescente, se convierte en un adulto musculoso y con superpoderes. Antes de saber que tendrán un archi-enemigo (Mark Strong) al que tendrán que derrotar, Billy y Freddy que ejerce de guía, se dedican a probar todas las capacidades extraordinarias de Shazam a ritmo de Queen, es lo que haríamos cualquiera de nosotros a los trece años en sus mismas circunstancias, y hay algunas probaturas muy divertidas.
Jack Dylan Grazer (Freddy) sabe darle a su personaje la pasión y admiración por los superhéroes y hace buena pareja tanto con Asher Angel (Billy) como con Zachary Levi (el superhéroe) que parece que disfrute de verdad con su papel. La única pega es que Billy, enfadado con el mundo, y Shazam, gamberro y festivo, no parecen la misma persona, no evolucionan juntos, aunque quizá se trate de algún otro superpoder.
David F. Sandberg (Lights out, Annabelle: Creation) deja aquí el terror y hace de este Big en leotardos una película colorista y trepidante de principio a fin, aún con sus 132 minutazos de duración, con homenaje a la película de Penny Marshall incluído. Cuenta con un guión con ritmo, una banda sonora a cargo de Benjamin Wallfisch de bombo y platillo, que en algún momento recuerda a ‘E.T’ y actuaciones dinámicas. Seguramente no pase a la historia pero nos divertirá y entretendrá como si fuéramos adolescentes.
Lo mejor: Adquieres el poder de rejuvenecimiento. Hasta los doce años más o menos.
Lo peor: La poca coherencia de personalidad entre Billy y Shazam.
Nota: 4/5