En esta sexta película de la saga Terminator todo nos parece familiar. Los mecanismos de la primera y segunda entregas que tan bien funcionaron, desoxidados por el tres en uno de la nostalgia resultan en una película bastante entretenida. Hecha sobretodo para disfrute de los fans que no echarán de menos la música, los personajes o las frases míticas. A mi, al final, casi se me escapa una lagrimita.
La historia es la de siempre con actualizaciones y algunas buenas ideas. Personajes que viajan de un futuro dominado por las máquinas hasta el presente, bien para proteger a la futura salvadora de la humanidad o bien para eliminarla.
Sensacionales están Mackenzie Davis como humana mejorada y Linda Hamilton como Sarah Connor. Schwarzenegger, entrañable como siempre, un terminator con cadera y corazón de titanio que propicia algunos de los momentos más simpáticos, aunque quizá hubiéramos agradecido a Tim Miller, director de Deadpool (2016), un poco más de desmelene y sentido del humor.
No faltan escenas de acción, persecuciones y fuegos artificiales, con mejor ritmo en la primera parte de la película ya que al final, no sé si por problema de la proyección, de la iluminación o que a una servidora le hace falta graduarse la vista, hay algunas escenas de noche que quedan como emborronadas y difíciles de seguir.
Si me permitís una confesión, estaba convencidísima que ésta era la cuarta película de la serie, superdespiste que ya he podido subsanar, aunque si les ha pasado como a mi, para seguir el argumento de esta última basta con haber visto las primera y la segunda.
Y ya que me estoy confesando Terminator Salvation (2009) y Terminator Génesis (2015) tampoco son tan terribles como las pintan. Así que no os falten excusas para montaros un buen maratón. Reclamaciones aquí.
Lo mejor: Mackenzie Davis y Linda Hamilton, cuando sea mayor quiero ser como ella, mis futuros nietos fliparían.
Lo peor: El destino oscuro de algunas escenas de acción.
Nota: 3/5