Aunque mi Sitges 2019 va a ser muy light el día de la inauguración uno puede faltar, así que después de llevar a mi hija al cole fui raudo y veloz a la estación para subir en el primer tren que fuera allí.
Tan raudo y veloz que llegué de sobras para recoger la acreditación de prensa, tomarme un café (bendita máquina en la sala de prensa) e irme a hacer cola para el pase de IN THE TALL GRASS, dirigida por el realizador estadounidense-canadiense Vincenzo Natali.
Ya hay ganas de ir sólo para una película (ni rueda de prensa ni ná) y más si al día siguiente (hoy) ya está en Netflix, pero la inauguración es la inauguración. Además, hay algo más gordo: ver, saludar, abrazar y besuquear a amigos y conocidos. De esos que sólo ves algunos días al año. Una tradición más fuerte que ser el primero en la cola y que todos se «unan» a ti.
CRÍTICA DE ‘EN LA HIERBA ALTA’
Hay que reconocer que el relato de Stephen King que hizo con su hijo tiene una propuesta arriesgada, pero Natali ha sabido darle la atmósfera adecuada para que sintamos la claustrofobia y el desconcierto que es perderse en un maizal. Al menos el primer tercio.
Pero no es la única de sus virtudes ya que podemos decir que el uso de los bucles temporales está bien enfocado desde el principio con buenos juegos de cámara y que su estilo visual en varios momentos «clave» son de contemplar una y otra vez. Pero saler de verla con un… «meh» en la cara
La película empieza potente sí, pero va dando tantas vueltas sobre sí misma que acaba siendo pesada y cansina. El primer tercio muy bien, luego se estanca con lo de los bucles y para acabar aparece esa redención y sectarismo que a mi personalmente tanto me mata y me convence bien poco.
Y ojo, que el reparto es bastante potable (Patrick Wilson no mucho, eso sí) pero acabas sintiendo que en esta ocasión el relato corto debería ser adaptado al cine como eso: un corto.
BALDÓMETRO: 2,5/ 5 Regular
LO MEJOR: La atmósfera que crea durante su primer tercio.
LO PEOR: De un visionado cansado y hasta desesperante.