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Llegó el día: jueves 3 de octubre, pistoletazo de salida para la edición número 57 del Festival de Sitges. Este año, como siempre, un año diferente. Por avatares del destino, no ha sido como me hubiera gustado (veremos el próximo año), pero al menos viviré este #Sitges2024 desde otra perspectiva: la del público.

Este año de público random.


Sí, después de más de 10 años asistiendo como acreditado de prensa, en esta edición soy uno más, con sus pros y sus contras. Mi cabezonería me ha hecho comprobar en carne propia que ser público y comprar entradas sin abonos es un auténtico suicidio. Conseguí pocas entradas y encima en sitios infames de la sala.

Pero no os preocupéis, que este año también documentaré todo mi paso sitgero en mi cuenta de twitter, aunque ya os digo que echaré de menos mi acreditación de prensa. Eso sí, las críticas de las películas serán más breves que nunca.

El Auditori Melià preparándose para la inauguración.



PRESENCE: Drama familiar decepcionante en su narración, historia y resolución. O conectas con ella (y sus personajes) a los 15 minutos o ya no puedes entrar en su propuesta de POV de un fantasma. Y que no os engañen las apariencias: NO es una película de miedo.

Baldómetro: Mala (2/5)



TWILIGHT OF THE WARRIORS: WALLED IN: Potente cinta de acción hongkonesa con algunas escenas de tortas muy locas, un villano final aún más loco y una gran mitología urbana que se construye de fábula. La trama de venganza consigue entretenerte, pero los momentos más tranquilos pasan factura al ritmo

Baldómetro: Buena (3/5)



NIGHTWATCH: DEMONS ARE FOREVER: Secuela de la cinta de 1994 que básicamente es un drama familiar con muchos momentos aburridos y pocos destellos de calidad. La fotografía, la protagonista (Fanny Leander Bornedal, hija del director) y el reencontrar en pantalla a los mismos personajes más viejunos para los fans del universo, al menos hace que roce el aprobado.

Baldómetro: Regulera (2,5/5)